Por Carlos Beéche
Médico Veterinario Fulpy Vet
No es secreto para nadie que con la pandemia de Covid-19 el mundo se ha tomado un respiro. Las
labores se detuvieron en las fábricas, los autos descansan en las cocheras, las aerolíneas tienen
todas sus flotas en tierra y muchos negocios se enfrentan al tremendo desafío de reinventarse.
Es un escenario de cambio que nadie puedo imaginarse hace tan solo unos meses atrás. Esta
reconsideración de paradigma se forjará a través de mucho dolor y asimilación, pero supone un
total replanteamiento de la forma en que funcionan los países.
«La naturaleza nos está enviando un mensaje» fueron las palabras del Director Ejecutivo del
Programa Ambiental de la ONU, Inger Andersen. Y es que claramente algo debe cambiar, algo que
yace en la cultura humana moderna, el cortoplacismo.
Para nadie es secreto que la globalización, la industrialización y la expansión no sustentable de la
actividad humana, ha generado una progresiva invasión de los territorios de la fauna y flora
silvestre. Esta presión externa sobre los hábitats hace que cada vez más los animales se vean
obligados a interactuar de manera más directa con los seres humanos.
En un escenario de mayor intimidad entre la actividad humana y la subsistencia de la vida silvestre
hay una mayor probabilidad de la incidencia de eventos de tipo «spillover». En que un reservorio
en vida silvestre termina vectorizando nuevas enfermedades a las poblaciones humanas debido a
un estrecho contacto entre ambos.
Si el Covid-19 sirve como recordatorio natural, pues sin duda alguna es de lo mal que hemos
tratado a nuestro planeta. Irónicamente también de lo bien que funciona la naturaleza sin
nosotros. Puesto que a pocos días de que la tierra se detuviera se han visto escenas
impresionantes de regeneración de hábitat y niveles históricos de limpieza atmosférica.
Las imágenes satelitales no mienten, y es que en la gran mayoría de las ciudades del mundo la
polución ha disminuido a niveles no vistos desde hace décadas. Inclusive en países reconocidos
por la severa contaminación como China o India. Esta último alberga 22 de las 30 ciudades más
contaminadas del mundo, y a pocos días de dictaminar cuarentena total (22/03/20) ya el cambio
es evidente. En Delhi, por ejemplo, la materia particulada disminuyó de 165 µg/m3 a 64 µg/m3,
pasando de la categoría de insalubre para todos a aceptable.
El mismo patrón se ha visto en muchos otros países luego del establecimiento de las cuarentenas.
No obstante, el Centro de Investigación de Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés) ha
sido enfático en que esto no se debe de ver con optimismo ingenuo. Ya que dado el antecedente
de la normalización que existe para con la contaminación, podría darse el caso de que las cosas se
vuelvan a hacer de la misma forma que antes de la crisis.
Por lo tanto, hacen el llamado a que una vez que se logre controlar la pandemia y se reestablezca
la normalidad, los gobiernos ataquen el problema de manera más efectiva y directa.