Texto por: Sofía Estrada Bernal
Nunca antes en la historia de la humanidad una epidemia se había propagado en todo el mundo en tan poco tiempo. Esta pandemia, reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud, es un producto de la globalización como un proceso de alcance planetario caracterizada por el flujo de personas, animales, plantas, microorganismos, bienes, conocimientos, técnicas, artes, costumbres, creencias, etcétera a través de fronteras geográficas, políticas, culturales y étnicas.
Sin los flujos inéditos de personas, mercancías e información que caracterizan a esta era, sería imposible un brote de estas proporciones a pesar de su alto contagio.
Esta situación nos invita a analizar la relación entre los humanos y la naturaleza de la que también formamos parte, ya que esa delicada relación se está viendo gravemente alterada por la sobreexplotación de la tierra y la invasión de los espacios salvajes; el cambio climático; la globalización acelerada; el crecimiento de la población y el desarrollo de megalópolis; las migraciones forzadas o sin control, y otros elementos que facilitan la aparición y transmisión de viejos y nuevos patógenos.
Esta misma situación la estamos empezando a visualizar con las plagas y enfermedades transfronterizas de las plantas afectan a los cultivos alimentarios, lo que causa pérdidas significativas a los agricultores y amenaza lo que técnicamente se conoce como la seguridad alimentaria, es decir nuestro acceso a los alimentos de una forma estable
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la propagación de estas pestes ha aumentado drásticamente en los últimos años. La globalización, el comercio y el cambio climático, así como la menor capacidad de recuperación de los sistemas de producción debido a la intensificación de la agricultura durante años contribuyen a ello.
Tanto enfermedades vegetales como plagas como la langosta, pueden propagarse fácilmente a varios países y alcanzar dimensiones de epidemia. Los brotes y los recrudecimientos pueden provocar pérdidas enormes de cultivos y pastos, poniendo en peligro los medios de vida de los agricultores vulnerables y la seguridad alimentaria y nutricional de millones de personas cada vez.
Las langostas, las orugas, las moscas de la fruta, la roya del trigo y las enfermedades del banano y de la mandioca son algunas de las plagas y enfermedades transfronterizas de las plantas más destructivas.
Las plagas y enfermedades de las plantas se propagan principalmente de tres maneras:
El cambio climático y las actividades humanas están alterando los ecosistemas, mermando la biodiversidad y creando condiciones en las que las plagas pueden prosperar. Al mismo tiempo, los viajes y el comercio internacional se han triplicado en la última década y pueden propagar rápidamente plagas y enfermedades por todo el mundo, causando importantes daños a las plantas autóctonas y al medio ambiente.
Fuentes: